Esta leyenda de la “encantada”, es adoptada y contada de partes de los abuelos, de nuestra región y la cuenta así: la mujer del peine de oro que vive en “el ojo del agua”
En una tarde cuando el sol comenzaba a despedirse, una preciosa jovencita, llamada Elisabeth, se fue para la cascada llamada el ojo de agua, ella en compañía de su pequeña prima Isabel, las cuales no contaban con los permisos de sus padres, se marcharon rápidamente para tomar un rico baño, cuentan los abuelos que al llegar al bello lugar y sumergir sus pies en tan deliciosas aguas vieron a lo lejos un ser muy extraño.
Era una linda mujer de cabellos de oro, peine de oro, en su mano tenía un pequeño jarrón de cristal, con el cual saca el agua y la rociaba por todo su cuerpo, al acercarse a unos cuantos metro dijo en voz muy fuerte: todo aquel que entre a este lugar a bañarse debe tomar el peine de oro y mostrárselo a sus padres, lo que las pequeñas niñas no sabían era que todo el que se le acercaba y tocaba el peine de oro desaparecería para siempre, y tal como lo cuenta el abuelo las dos pequeñas nunca más volvieron a casa de los padres, dicen que algunas veces las ven en compañía de la mujer del peine de oro, limpiando los bosques y las cascadas que se encuentran en estado de olvido.
Hoy mi abuelo me contó…
Buen
día para cada uno de ustedes, antes de
contarles lo que le sucedió a mi padre, contado por mi abuelo, quiero presentarme: mi nombre es
Ángel David, tengo nueve años, soy estudiante de cuarto grado de la Institución
Educativa La Inmaculada concepción, ubicada en el corregimiento de Varsovia del
municipio de Tolú viejo, el sábado por la tarde, fui a casa de mi abuelo a
buscar mi regalo de cumpleaños, mi querido abuelo me dijo: hijo ves a casa que
quiero regalarte de cumpleaños unas lindas abarcas tres puntadas, un pequeño sombrero vueltiao y
una mochila de pita, los hicimos tu
abuela y yo con nuestras propias manos para ti, muy contento Salí para la casa
de mis abuelos, pero la noche llego muy pronto y cuando quise regresar a casa,
el cielo se cubrió de su manto negro, que es su cobija que se pone cuando el
sol se va a dormir, mi abuelo me dijo: hijo no debes irte, cuidado te sucede lo que le paso a tu papá
cuando tenía tu edad, con mucha
curiosidad pregunte lo que le había sucedido, él me dijo: una noche muy
lluviosa, cuando todos en el pueblo dormían Cristóbal tu papá, se le ocurrió
una idea, la cual era de ir a recoger mangos al patio del tío Juan, estuve de
acuerdo con él puesto que los bolis que
se venden deben ser preparados muy temprano, pensé en acompañarlo, pero él me
dijo que lo esperara a la puerta de entrada, puesto que los árboles de mango no
estaban distantes de la casa, de repente escuche unos llantos en forma de
lamento, que ensordecían los oídos de todo lo que podían escuchar, tu padre que
era muy rápido para correr, saltó de una y pronto se refugió detrás de mí,
justo cuando una mujer de largos vestidos blancos y ojos brillantes lloraba en busca de sus
hijo.
Hijos, hijos, llora una mujer que corre por el parque y la plaza de mi pueblo, cuando el sol se ha ocultado y cuando la luna asoma su rostro redondo, eso me cuenta mi abuela que sucede muy seguidamente, sobre todo en época de invierno y cuando los niños desobedientes lloran por las tardes, Petra mi querida abuela me contó que cuando yo era muy pequeña una noche lloraba mucho porque mis padres salieron de viaje, y yo los extrañaba mucho, mi abuela salió al patio en busca de plantas medicinales para hervir una bebida que me quitara el llanto desesperado, pero dice ella que cuando cortaba la última rama oyó un fuerte lamento que suplicaba que le devolvieran los hijos, ella solo alcanzo a correr y esconderse detrás de un gran arbusto de mata ratón, que es un árbol curador de enfermedades, por eso el aparo no pudo acercarse y llevársela hasta la cueva del olvido.
La cueva del olvido, es un
lugar apartado en donde la llorona se lleva a los niños que muy tarde se
encuentran en la calle, mi tía Cristina me contó que hace muchos años, cuando
ella era una niña de aproximadamente diez años, su mamá la mando a comprar un
poco de gas para echarle a los mechones, los cuales alumbran por los noches,
puesto que la luz eléctrica aún no había llegado, de regreso de su compra
escuchó que alguien corría detrás de ella y que se lamentaba por la pérdida de
sus hijos, afortunadamente mi tía era muy rápida para correr, deporte que
practicaba por las tardes en la cancha del pueblo, logro entrar a casa y desde
la ventada vio cuando esa mujer vestida
de blanco y ojos brillantes cruzaba casi volando muy cerca de su casa de palma
y paredes de barro. Todo lo que les estoy contando es pura realidad, me lo
contó mi tía, después de ir a comprar.
esta historia contada por el abuelo, aveces me da mucho miedo, por eso no salgo solo, al parque, a jugar con mi mascota, por que pienso que lo que contó mi abuelo, puede volver a suceder.estas historias, dice mi abuelo que son muy ciertas.
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